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Reportaje presentado al concurso de Periodismo Alberta Giménez 2020

siendopositivaa

Actualizado: 28 feb 2021

La pandemia de las pesadillas

La COVID-19: rutinas de descanso, sueños y preocupaciones que ha alterado


“El sol está fuera y puedo disfrutar relajado de las vistas que me proporciona la novena altura del piso de mi casa. De repente oigo un ruido abrumador, que poco a poco se va acercando a mí. Me asomo a la calle a ver de qué se trata y aprecio a un dinosaurio trepando por la fachada. Cada vez asciende más deprisa, parece que su objetivo es venir a por mí. Empiezo a tener miedo de que salte a mi terraza, aunque creo que no lo hará. Inocente yo de pensar eso, de un bote se cuela en mi azotea y comienza a forzarme para que le deje entrar. Yo no quiero que entre, dentro está mi familia y puede atacarles. Mientras el bicho procura entrar yo chillo y le golpeo, me sigo defendiendo hasta que de un grito despierto a mi mujer, que me despierta y me pregunta: “¿Javi que te pasa? ¿Estás bien?” A lo que le respondo: “Sí, sí, tan sólo era una pesadilla”.

Javier Herrera trabaja de cocinero en el hospital de Yecla, Murcia, y aunque no tenga contacto directo con los enfermos, se expone al coronavirus. Su miedo por poder llevar a casa a la COVID-19 está presente en su subconsciente, tanto que sueña con ello. Sus sueños tienen origen en la pandemia global y el coronavirus se camufla en dinosaurios, monstruos y grandes bichos que hacen que estos se conviertan en pesadillas.


Afrontando el cambio de rutina

El confinamiento producido por la COVID-19 ha golpeado nuestro día a día de una forma muy violenta. La vida ha dado un giro de 180º, todo lo que antes se hacía fuera de casa ahora se hace dentro, el teletrabajo está más presente que nunca y los comedores de las casas son las nuevas aulas de los colegios. Las rutinas han cambiado y ninguna de las 24 horas del día son como antes.

A pesar de ello, los hábitos se deben adaptar al cambio y continuar. La psicóloga Cristina Expósito asegura que es muy importante mantener la misma rutina todos los días para no cansarse de estar en casa y que, además, se deben diferenciar los fines de semana del resto de días, es decir, dejar el trabajo para entre semana y así notar de verdad que estamos descansando el sábado y el domingo.

Una de las técnicas que Expósito asegura que puede ayudar para tener un buen descanso es la compaginación del esfuerzo físico y el mental: “Si a lo largo del día has hecho deporte y has trabajado, al finalizar el día estarás más cansado y podrás dormirte con mayor facilidad. Asimismo, crear una rutina antes de dormir también puede ser un buen factor para combatir el insomnio. Por ejemplo, yo antes de ir a dormir siempre me tomo una infusión, me lavo los dientes y me pongo una crema hidratante por todo el cuerpo. Si se hace lo mismo todos los días tu cerebro acaba aprendiendo que después de realizar esa serie de acciones hay que dormir, entonces te dormirás con mayor facilidad“.


En la práctica, las personas con responsabilidades académicas y laborales están respetando estas indicaciones de los especialistas. Clara Guillem, estudiante de segundo de Periodismo, asegura que sigue los mismos horarios de antes, tanto el fin de semana como entre semana: “Los fines de semana cambio mi chip y, aunque no pueda hacer los mismos planes que antes, intento hacer cosas diferentes para que los siete días de la semana no sean iguales. En cuanto a mi rutina semanal no la altero mucho, al fin y al cabo no estamos de vacaciones, la vida sigue pero de diferente forma”.

No obstante, las alteraciones de las rutinas son inevitables, sobre todo en quienes han tenido que convertir sus casas en sus nuevas oficinas. “Antes me iba a dormir y me despertaba más pronto, tenía que moverme de casa a la oficina y ahora ese paso lo he omitido, mi casa es mi oficina. Además, el trabajo que antes hacía rápido, ahora me cuesta el doble de hacer, me siento más cansado”, asegura el fundador de la startup Exportory Javier Expósito.

Alba Soler, teletrabajadora con cargo de responsabilidad en una empresa, asegura que este cambio ha producido grandes variaciones en su sueño, pues llega a desvelarse incluso tres veces cada noche.


Esta adaptación laboral y académica a la que gran gran parte de la población se está enfrentando así como la incertidumbre del futuro económico, laboral y académico son algunas de las causas del insomnio.


La pandemia de las pesadillas

Estar en casa las 24 horas del día no solo ha producido alteraciones en el descanso, también los sueños han sufrido cambios. ¿A qué se debe eso exactamente?

“Cuando algo nos preocupa y no lo atendemos, se manifiesta de alguna forma al exterior, como por ejemplo mediante las pesadillas”, confirma Cristina Expósito.


Isabelle Arnulf, neuróloga y responsable de la unidad de sueño en el hospital Pitié-Salpêtrière en Francia, explica en un artículo publicado en The conversation cómo han cambiado los sueños de los pacientes: “Desde el inicio del confinamiento, las caras enmascaradas y la ropa azul de los sanitarios aparecen en sus sueños. Muchas personas, no necesariamente las más estresadas, se despiertan repentinamente en mitad de la noche con la sensación de ahogarse, de tener fiebre o de escapar por los pelos de una catástrofe. Estos malos sueños son grandes clásicos de las situaciones de estrés y acreditan una de las teorías recientes sobre las funciones de los sueños: simular amenazas de forma virtual para poder afrontarlas mejor en la realidad”.

Algunas de las vertientes de esta amenaza son el cierre de fronteras, el límite del aforo de los supermercados, el miedo al contagio o a contagiar, el futuro económico, el futuro académico y el porvenir en general. Los ciudadanos sueñan con ello y así lo cuentan diferentes testimonios que han tenido pesadillas durante el confinamiento.


“Unos encapuchados me apuntaban con una metralleta a mí y a otras personas que somos sanitarios, cajeros de supermercado y trabajadores esenciales por, supuestamente, inclumplir el confinamiento” soñó Laura, trabajadora de 20 años en una empresa que se ha adaptado a la crisis sanitaria y ha empezado a producir pantallas protectoras, por miedo a salir de casa aún teniendo un justificante para ello.

Lorena Pascual, estudiante y amante del turismo, se durmió pensando en el cierre de fronteras: “Estaba de viaje en Nueva York y no podía volver a España, me tenía que quedar en el hotel durante dos semanas más por el cierre de fronteras”.

“Nos íbamos a comer con nuestros amigos e hijos a un supermercado. Nos sentábamos en mesas apretados, casi no cabíamos de la gente que había en nuestra misma situación” soñó Estefanía Pastor, chica de 46 años que extraña mucho su vida social.

Algunos testimonios han soñado más de un día con el coronavirus, como Beatriz Francés: “Vivíamos como antes y yo paseaba por la calle con tres de mis amigas cuando de repente la Policía Nacional paraba a nuestro lado para advertirnos de que una pandemia podría matarnos y que por ello debíamos irnos a casa para protegernos y ni contagiarnos ni contagiar”.

“Otro día me encontraba de fiesta con una sola amiga, yo me extrañaba porque de normal hay más gente en la discoteca más popular de la ciudad. Cuando salíamos del local nocturno veíamos llegar un coche de la Guardia Civil y nos ponían una multa por incumplir el estado de alarma. Nosotras no nos habíamos enterado de dicha situación aún y tuvimos que pagar 600€ de sanción”.


Las preocupaciones académicas y las dificultades del impartimiento telemático de las clases que tiene Pablo Doménech también se manifiestan por la noche mediante pesadillas: “Uno de mis profesores se llamaba Coronado y me hacía la vida imposible. Yo iba a todas sus clases, tenía tutorías con él, y a pesar de todo mi esfuerzo, me suspendía. Tenía que recuperar la asignatura en la segunda convocatoria en julio y aún así no me la aprobaba. Hasta que en la segunda convocatoria de la segunda matrícula del curso siguiente conseguía que Coronado me aprobara”.

“No podía salir a la calle absolutamente para nada, pero me desperté y continuaba sin poder salir”, dice Abril Peidro, estudiante de 21 años.


“Estos sueños con dificultades y con fracasos son la norma en muchas profesiones: actores que olvidan su texto en sueños antes de un estreno, deportistas que no tienen sus zapatillas la víspera de una prueba olímpica, taxistas que ya no encuentran las calles… Un virus amenaza la humanidad y la humanidad sueña con ello”, concluye Arnulf.


Pero, ¿hay alguna forma de evitar soñar con ello? Expósito tiene la respuesta: “Lo mejor es externalizar las preocupaciones, hablarlo con otra persona o simplemente pensar en ello, para así evitar que estas se manifiesten mediante pesadillas y malos sueños”.


La COVID-19 ha cumplido un objetivo: ser el centro de atención del planeta. El virus ha conseguido convertirse en el protagonista de los sueños más profundos de la gente, pero lo que para el virus se ha convertido en un sueño para el resto se ha convertido en una pesadilla de la que aún no se sabe su fin. Todavía se desconoce cuándo cambiarán los papeles de la película, ¿faltará mucho para que los humanos sean los protagonistas de las pesadillas del coronavirus?


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